Existen multitud de tipos de cuentas corrientes y una de las modalidades ofertadas son las cuentas de ahorro. Este tipo de cuenta bancaria ofrece al cliente que tiene ciertos ahorros la posibilidad de conseguir un dinero extra por depositarlo en una entidad con ciertas condiciones.
Las gran ventaja de las cuentas de ahorro es que ofrecen una rentabilidad, es decir, el pago periódica de unos intereses acordados, por depositar nuestros ahorros en una entidad. Puede resultar muy similar a los depósitos pero la gran diferencia es que al contratar un depósitos, se contrae la obligación de mantener el dinero ingresado durante un plazo establecido. Con las cuentas de ahorro, se nos permite la libre disponibilidad de nuestros ahorros.
En este artículo nos cuestionamos si es posible manejar la economía doméstica sin cuentas bancarias.
La periodicidad del pago de los intereses que producen nuestros ahorros, vendrá estipulada en el contrato con el banco (puede ser mensual, trimestral o anual) y la rentabilidad puede depender de:
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Una rentabilidad fija, acordando un porcentaje fijo de rentabilidad, como es el TAE.
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Un índice variable. En estos casos el más común es el Euribor, aunque existen otros índices.
Este tipo de cuentas, a diferencia de otras, no permiten tarjetas de crédito o débito, domiciliación de recibos ni domiciliación de nómina.
Actualmente, la mayoría de las entidades no cobran comisiones de mantenimiento y administración, con el afán de conquistar nuevos clientes y conllevan una serie de servicios asociados como ingresos y pagos de cheques o transferencias.